Críticas – Interpretación

Criticas

Análisis en relación a mi trabajo

Texto Crítico


IDENTIDAD ENTRELAZADA EL ARTE DE MIGUELINA RIVERA

Se puede discutir que la abstracción es la misma esencia de la Fe, la Pasión y el deseo. Filosofías e ideales definidos en perfiles borrosos pero que indeleblemente acentúan nuestros paisajes internos. Mientras caminamos diariamente entre espacios inanimados, interactuamos con objetos fijos y observamos rutinarias composiciones visuales, nos encontramos entrelazados con la abstracción. Y como somos criaturas de nuestros entornos, instituciones y herencia cultural — nos vemos detenidos en observar sus reflexiones — y de esta manera, silenciosamente, damos voz a eso que puede ser una sombra latente - nuestra individualidad.

Entre los trabajos de Miguelina Rivera nos encontramos atraídos por estos diálogos, como la abstracción. No solamente se entrelaza con la Fe sino que es intrínsicamente necesaria al propio fundamento de la espiritualidad e identidad. Pueden sobrevivir nuestras ideas de fe, individualidad, independencia y libertad entre ambientes, que no solamente nos atan físicamente, sino incluso nos acondicionan filosóficamente — las normas sociales, acondicionamiento moral, demarcaciones éticas — e incluso, ¿podemos vivir sin estas mismas cosas? ¿Cuanto de nuestro sentido de "ser" es realmente de nuestra pura construcción.

Las instalaciones de Rivera son acogedoras en su uso de luz y sombra, a menudo evocan un espacio sereno, aludiendo un entorno espiritual de silencio y reflexión (El Pan de Cada Día). En medio de una luz suave y cálida florece un trance familiar, llamando en adelante a una etérea meditación. En duro contraste, estos mismos elementos suelen encontrarse encarcelados entre acero, alambres de púas, jaulas y enredos, sugiriendo el tiempo, el medio ambiente, la sociedad y nuestra agilidad limitada.

Mientras percibimos el peligro inmediato que trae el tocar un nido de alambres de púas - inútilmente intentando nutrir la vida dentro de un huevo (Escudo.) — Rivera nos hace reconocer nuestra fragilidad. Dócilmente recordamos nuestra propia mortalidad al acercarnos al toque ominoso de dos raíces — el peso y la escala de estos objetos, sirven para aumentar la calidad suave de nuestros cuerpos y de esta manera la cualidad transcendental de la vida. (¿A Raíz de Qué?)

Aves de amor murmurando una canción, precursan melódicamente, jaulas en perfiles de los sexos. Estas figuras nos piden cuestionar nuestras ideas sobre el amor, el apego, la procreación y la conexión. ¿Hasta qué punto es fundamental a nuestra sobrevivencia el poeta interno? ¿Cuantas canciones o sonetos de amor sirven para hacer el mismo “amor” entendible, o lo suficientemente poético, para contener con seguridad nuestra inherente soledad?.

Estas preguntas son intrínsecas durante nuestra travesía y desarrollo como individuales y posteriormente para nuestras comunidades y sociedades, porque inevitablemente estamos evolucionando. Miguelina Rivera presenta instalaciones que no solo provocan preguntas profundas, si no poéticamente seducen, hasta que, sin darnos cuenta nos hemos sumergido en ellas. No solamente cuestionan con un empujón leve, sino que simultáneamente nos invitan a quizás apreciar nuestras propias composiciones íntimas, que con matices abstractos construyen nuestra esencia.

Maria Soledad Jofre

"Las instalaciones de Rivera son acogedoras en su uso de luz y sombra, a menudo evocan un espacio sereno, aludiendo un entorno espiritual de silencio y reflexión (El Pan de Cada Día)."